Cada
año por navidades nos reuníamos en casa de la abuela, nosotros vivíamos fuera y
era todo un acontecimiento reunirnos con el resto de la familia en estas fechas
tan entrañables, para mi, que por entonces era muy pequeña, aquello se convertía en algo mágico.
Cada
noche después de la cena, nos reuníamos junto a la chimenea al amor de la
candela, con los primos, los mayores empezaban a contar historias ocurridas en su infancia, iban recordando historias y anécdotas
que habían vivido cuando eran pequeños y vivían en aquella casa y nos hacían cada
noche, soñar con aquella otra época en que los niños vivían allí.
Cuando
se me presento la oportunidad de hacer una chimenea para un concurso, no dude
ni un instante que chimenea iba a hacer, la de casa de la abuela, era una chimenea hecha de obra y encalada
(pintada con cal) año tras años hasta crear una gruesa capa que se abollaba por
algunos lados y se hundían por otro debido a los desconchones que levantaban y
se volvían a cubrir con cal, era de una blancura hermosa, no sé explicarlo,
pero tenía un aspecto adorable, la madera estaba ya un poco ajada y picada de polilla
que aunque tratada una y mil veces volvían cada año a hacer su aparición.
Me
siento feliz de haberla hecho y de poderla enseñar aquí, lo que quiero que veáis
en esta ocasión, no es en si mi trabajo, sino mi recuerdo. Un fuerte abrazo y ¡¡Feliz 2015!!